Si de algo me voy dando cuenta en esto de la información gráfica territorial, es de que casi nada es absoluto y de que ninguno de los que trabajamos en este tema somos infalibles.
Parece que las ortoimágenes del territorio reflejan, sin posibilidad de error, la realidad tangible existente y por ello olvidamos que las imágenes no son la realidad sino solo una representación de ella; una representación que efectúa, a través de medios tecnológicos, el ser humano y que por ello se puede hallar sometida a error. Es el caso del mal encaje del mosaico ortofotográfico del ejemplo (VER IMAGEN 1)
La consecuencia de contar con este material sobre el que representar nuestras bases gráficas es que una trama identificada sobre ortofotos, cartografías y catastro anteriores (VER IMAGEN 2) puede quedar completamente desplazada en su situación si la contrastamos con la imagen nueva (VER IMAGEN 3).
Se trata de un error, como los desplazamientos que a veces presenta el parcelario catastral o la falta de precisión que pueden revestir a las bases gráficas registrales, o las mediciones particulares que de manera interesada en ocasiones han accedido al Registro. ¿Cual de todos los materiales, el cartográfico, el ortofotográfico, el catastral o el registral es el correcto? Pues solo la conjunción coherente de todos ellos determinará una perfección admisible. En este caso la imagen está mal, ya se lo hemos notificado al agente generador de la misma y ha sido corregida. De eso se trata, de colaborar.
1 comentario:
El método más adecuado por ser probabilísticamente más real y de mayor precisión, consiste en que un profesional cualificado (actuando como fedatario público)mida In Situ el perímetro señalado por el titular. Al fin y al cabo el titular es el único que PODRÍA conocer, en el actual sistema registral y catastral su propiedad. Si además lo corroboran los colindantes, aún mejor.No dejará de ser una declaración voluntaria e interesada.
Cuando las partes sean capaces de entenderlo desaparecerá el problema.
Creo que Alemania se encontró nuestro actual problema después de la II Guerra Mundial, y en escasos 50 años lo ha sabido arreglar.
Lo demás son sólo justificaciones.
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