Probablemente durante esta semana se estén viviendo algunos de los días más intensos de la historia de los registradores. La celebración de la tercera asamblea nacional de registradores (la primera fue en 1934 y la segunda en 1988) está suponiendo una auténtica sacudida para una corporación a la que muchos consideraban, en realidad considerábamos, como sumisa y mortecina. Nadie, o muy pocos pensaban en la posibilidad de su convocatoria (para la cual se requerían más de trescientas firmas de compañeros dispuestos a enfrentarse a las actuales estructuras directivas colegiales contrarias a reuniones de ese tipo). Tras ser convocada por la Junta de Gobierno del Colegio en contra de su propia voluntad, muy pocos creían (o creíamos, mejor dicho) que en Zaragoza, un 16 de abril de 2013, pudieran reunirse, para formar “quórum” suficiente, 411 registradores y…. se consiguió. El modo en el que sucedió este último acontecimiento pasará a la historia de la corporación registral. Fue así, (yo estuve presente).
En los bajos de hotel Hiberus de Zaragoza se había habilitado un salón lo suficientemente grande como para que 411 Registradores pudieran constituirse en asamblea. La primera convocatoria estaba señalada a las 11.30 am. Nadie esperaba que a esa hora hubiese quórum suficiente y efectivamente no lo hubo. Se eligió un sistema de acreditación bastante curioso: había que darse de alta en un listado para recibir una cartulina de color rojo. A la hora de la convocatoria se debía entrar en la sala, previa introducción de la tarjeta en una urna a los efectos de su contabilización. Realizado el trámite el resultado fue: 230 asistentes. Había que esperar a la segunda convocatoria que estaba prevista a las 13.30 p.m.
Muy pocos creían que hubiese tiempo suficiente para que tal número de registradores pudieran acudir. La gente llegaba de manera continua, pero casi todos pensaban que insuficiente. Era imposible saber cuántos podríamos encontrarnos allí. Lo cierto es que yo nunca había visto a tantos juntos. A la una y cuarto “radio macuto” decía que faltaban unos 30 compañeros para llegar al quórum, cinco minutos antes parece que tan solo ya faltaban 10. En realidad, ante tal barullo de gente ¡quien podía saberlo!.
Nos volvimos a acreditar y pasamos a la sala de manera desordenada (todo aquí está siendo desordenado, lo cual demuestra que nada de lo que está pasando, es previsible), gran jolgorio de gente, compañeros sin verse durante años, voces cada vez más altas para dominar voces y desde la mesa de presidencia (compuesta por toda la Junta, menos dos) se nos ruega silencio para comenzar la reunión. Toma la palabra el decano pero, ….. , un compañero impugna la sesión.
No le parecía lógico (a muy pocos nos lo parecía ) el “curioso” sistema de acreditación que se había organizado. El Decano le interrumpió a poco de introducirse esta cuestión de orden indicándole no sin cierta sorna que antes de impugnar lo lógico era esperar a ver si había algo que pudiera ser impugnado. El Decano dio la palabra al Secretario de la Junta que con voz sencilla dio el resultado de asistentes a los efectos de formar quórum y celebrar la asamblea. “Resultado del recuento: 412” . La asamblea entre gritos y palmas incontenidas de todos los que allí estábamos reunidos, quedaba constituida.
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