viernes, 11 de abril de 2014

LA PERCEPCION DE LA REALIDAD


No sabemos si la realidad existe, solo podemos afirmar que existe la percepción que de la misma hace el ser humano a través de sus cinco sentidos corporales.
En tanto en cuanto ningún ser humano es idéntico a otro,  el resultado de  la percepción de sus sentidos no puede resultar equivalente a la de ningún otro sujeto, en ningún caso .Siempre habrá una mínima diferencia, aunque sea emocional,  entre la realidad percibida por un individuo  y la que otro individuo percibe.
Cuando la mayoría de los sujetos percibe la realidad con diferencias mínimas, la sociedad, es decir el conjunto de ellos, prefiere considerar la percepción como idéntica  y si alguna diferencia existe, la misma cabria dentro de un margen de tolerancia que no hace dudar en ningún caso de que se ha encontrado la auténtica realidad (aunque esta no sea tal sino simplemente el objeto de un acuerdo social sobre la percepción de una circunstancia).
Ahora bien, la percepción de la realidad,  para que pueda ser objeto de acuerdo y sea tal, ha de ser manifestada, representada  por el ser que la percibe y esa manifestación resulta ser una nueva distorsión en la percepción de la realidad.
Por lo tanto, como en el juego de los mensajes secretos donde el mensaje inicial acaba siendo otro completamente diferente cuando termina de pasar por el boca a boca de una cadena humana,  la realidad sufre una primera distorsión en su percepción y una nueva distorsión en su manifestación. La percepción de una realidad manifestada  supone una nueva deformación y la nueva manifestación de esa percepción indirecta supone una nueva vuelta de tuerca.
Por ello es deseable acudir a la primera percepción manifestada para evitar la acumulación de errores. Y así como la primera traducción a otro idioma de una obra literaria original, pongamos del ruso al francés, no debería ser objeto de traducción a un segundo idioma, pongamos del francés al español, sino que la versión española debería beber directamente de la fuente original rusa, en el mundo de la percepción de la realidad física, llamémosle geográfica, no deberíamos acudir a interpretaciones de imágenes ortofotográficas o cartográficas ya levantadas, sino a percepciones directas y no previamente manifestadas.
La orquesta que interpreta partituras originales no suena igual que aquella otra que interpreta partituras adaptadas, incluso en aquellos casos en los que la simbología musical de uno y otro texto, resulte ser prácticamente la misma.
Ahora bien, si bien es cierto que la manifestación directa de la percepción original  de la realidad es manifiestamente mejor que la manifestación de la percepción  de una realidad ya percibida y  anteriormente manifestada, también es cierto que cuando la percepción o manifestación originales son erróneas o no suficientemente fieles, por  no respetar las reglas sociales que marcan las tolerancias  de percepción o manifestación y se carece de medios para volver a percibirlas originalmente, es admisible e incluso preciso tratar de corregir la manifestación de la realidad ya percibida.
Y así, cuando se carece de traductores castellanos del idioma ruso, es preferible la traducción española de la versión literaria francesa, antes que disponer de una mala traducción de la obra rusa original. Y así, es preferible la interpretación de la partitura adaptada cuando el director o la orquesta carecen de capacidad para la interpretación de la partitura original.
Levantar cartografía sobre ortofotos o hacer interpretación de la ortofotografía para dibujar catastro no es la mejor de las técnicas, es mucho mejor hacer levantamientos topográficos sobre el terreno, pero solamente cuando estos son de calidad suficiente, capaces de cubrir extensiones superficiales significativas y suponen costes asequibles y proporcionados.    

1 comentario:

Anónimo dijo...

La veracidad de la cartografia solo puede demostrarse en el momento y lugar en que se hace, posteriormente puede cambiar. Solo una cartografia con datos que se van actualizando periodicamente puede dar resultado, puesto que solo durante un tiempo determinado puede haber cambiado.